martes, 21 de abril de 2009

(El m,usico 3)

La segunda cita fue exquisita. Esa noche caminamos por media ciudad. Hablamos un montón, yo de Foulcault, él de Bach, para después terminar escuchando a desconocidos cantar canciones de Sin banderas, Maná, Arjona, Luis Miguel en un cantobar.

Fue muy extraño. Era como si nos conociéramos. Como si hubiéramos sido vecinos desde chico, como si hubiéramos ido al mismo colegio, tuviéramos los mismos amigos. Esa noche yo tenía ganas de irme con él pero, a pesar de sus insistencias, me hice la difícil. Me acompañó a tomar el 7, y dejamos pasar de largo como 7 colectivos para besarnos en la parada.

Apenas llegué a mi casa, mientras estaba cerrando la puerta, Lola me preguntó qué tal me había ido. Yo, con la peor cara de cursi, le contesté: “Creo que estoy enamorada”. Y me apoyé sobre la puerta en medio de un suspiro.

En la tercera cita me invitó a cenar a su casa. Una pizza vegetariana. Su casa era una habitación de pensión, enorme, que sólo tenía una cama, varios libros de budismo y un piano. Sus vecinos, que no sé si eran japoneses, chinos o coreanos, venían a cada rato para charlar con él. Me presentó a Lai Yiu-fai, (yo le puse así en honor al protagonista principal de Happy together), y fuimos hasta la cocina a tomar té de jengibre. Una delicia.

Y por un tiempo todo fue así. Yo le hablaba de la microfísica del poder, el panóptico, la sociedad de control. El… El me hacía perder el control. Y siempre trataba, inútilmente, de convencerme y hacerme una vegano.

De a poco, y con naturalidad, me fue introduciendo a su mundo extraño con música clásica de fondo hasta que todo eso me empezó a resultar de lo más corriente y rutinario.

Pero un día…

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"Ven así con la humanidad alma de diamante Y aunque tu corazón recircule siga de paso o venga pretenda volar con las manos sueñe despierte o duerma o beba el elixir de la eternidad,sos alma de diamante"