A Roco-Debilidad lo conocí hace ya muchos años atrás. Yo todavía iba a la facultad y era una chica muy estudiosa y seria, que estaba pasando por mi momento más ateo y científico. Roco, en cambio, estaba pasando por su momento más místico. Había dejado de tomar alcohol, de comer carne, y cualquier otra clase de “cosas” porque el número 14 lo “seguía” y el 14 representaba los extremos. En ese momento de su vida para él todo era blanco o negro y entonces había elegido el camino de los vegetarianos acérrimos. Ni leche ni huevo. Definitivamente no sé qué comía. Obviamente que yo no me lo tomaba en serio después de semejantes afirmaciones numerológicas. Es más, prácticamente me reía en su cara con un vaso de cerveza en una mano y una hamburguesa en la otra. Pero por otro lado se estaba lanzando a vivir de la música y mientras tanto trabajaba en un locutorio de Once. Eso era muy admirable para mí que escribía medio a escondidas, sin tomármelo en serio. En ese tiempo de lo único que yo hablaba era de Foucault. Foucault me había pegado como si fuera un Reggaeton en la playa. A Roco sólo lo escuchabas hablar de Bach. Toda la vida de Bach era como un misterioso mapa espiritual para él. En fin, dos freaks en sus momentos más freaks que convergieron una noche de verano en Plaza Dorrego.
Yo tenía puesto un pantalón rojo.
Él siempre se acuerda de ese detalle.

Nena, nena que bien te ves cuando en tus ojos no importa si las horas bajan ...y el tiempo es un efecto fugaz y hay cosas que no voy a olvidar la noche que dejaste de actuar solo, para darme amor...Quiero iluminarte todas las noches para que tu olor nunca se pierda.Mira, mírame a los ojos para poder el delirio ver, hasta que mi amor te haga en tu honor un cosmos todo chiquito un cosmos todo simple.
Huy, huy, huyuyuyuyy esto pinta lindo, lindo.Ya me largo a leer la segunda parte.
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